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21 de abril de 2024

Cuéntame tus secretos.

Comenzaste a mover las manos por los aires,
capturando las motas de polvo de aquel triste corazón que arrastrabas.
Lo inconfesable era que conseguías alzar las copas con cualquier brindis,
que hablabas y me mirabas como si fuera única.
Y yo que pensaba que era ordinaria.

Cuéntame tus secretos.

Susurraste en mi oído aquella historia que siempre se repetía en tu mente.
De aquel verano en el que quisiste ahogarte en tus propias entrañas.
Mirabas la orilla,
suspirabas todo aquello que jamás contarías a nadie.
Me miraste y, al sonreír, yo alcé el vuelo.

Cuéntame tus secretos.

Me señalaste las heridas y hundiste tus dedos en ellas.
Lo que no se podía contar era que usabas tu propia boca para enterrarme. 
Lo que estaba alojado en el último resquicio de tu alma.
Lo que de verdad querías era que me reflejara en ti,
como la Luna,
como las aguas quietas de los lagos a los que nunca fuimos.

Cuéntame tus secretos.

Me alejaste de aquel trocito de vida que me mantuvo a flote,
me hundiste para agarrarme,
y así decir que gracias a tus manos es que yo había resurgido.


Intuí que aquellas mareas eran tu secreto.
La montaña rusa de nuestra vida en la habitación,
el hacerme estirar de una cuerda gritándome palabras de ánimo,
las que nunca dejé de escuchar mientras me soltabas poco a poco.

20 de abril de 2024

you hung me in your wall

 Miré al cielo siendo de día,
te dije que las estrellas hablaban y tú sonreíste.
No me escuchabas,
tú solo me mirabas por fuera.
Te sabías mis lunares de memoria y supongo que te referías a eso,
que las constelaciones significaban cosas que nos hacen felices.

¿No me escuchabas?

Era de día y sin embargo no te diste cuenta de que yo hablaba de las estrellas.

Te reíste de un chiste que yo no conté,
imaginé durante meses que esa risa iba dirigida hacia mi.
Te reías de tantas cosas y nunca conmigo.

¿Cómo no pudiste darte cuenta de que era de día?
Las estrellas no podían verse.
Y aun así, asentías cuando me escuchabas hablar de ellas.
Tú siempre veías lo superficial,
no te disolvías en mi sangre,
no te clavabas en mis huesos,
no te fundías en mi piel. 
Tú siempre me mirabas por fuera.

Por dentro soñé con los que nos rodeaban,
por dentro me imaginé que ellos eran nosotros
y nunca pasaba.
Yo nunca pude tener lo que tenían ellos.

No te compares, dijiste.

¿Cómo no pudiste darte cuenta de que yo no era yo?
Perdí mi brillo,
el azul.
Te juro que antes de ti, incluso de día veía las estrellas.
Te juro que antes de ti, no me tenía miedo.

18 de abril de 2024

No me encierres, mi amor, en tu acuario de cristal.

De ti me llevo que los ojos no mienten si se entornan.
Que mirar a un punto que está muy, muy lejos, te absorbe un poquito el alma
hasta no notarla en las venas.

Esperé lo imposible mientras me arrancaba,
centímetro a centímetro,
la piel que me recubre entera.
Y aun con la sangre brotando por mis esquinas seguía pidiéndote,
desde donde me hallaba,
que me ayudaras a parar.

A día de hoy, te veo buscando el lugar donde me encontraba,
pero es que yo volé hacia ese punto que tanto anhelaba,
el que tú temías que alcanzara.
Qué pena.
Qué rabia.

Esperé tanto, tanto...

Y supongo que aun con los ojos llenos de mi,
me fuiste enterrando a tu lado,
cubriéndome las manos de vacíos que,
a día de hoy,
me cuesta llenar.
Hay palabras que aun no puedo decir.
Hay movimientos que aun me duelen.

Ascendí y apuesto que piensas que caí.
Pero es que estoy tan arriba que te sorprendería.
Hay cosas que yo no dudo.
Pero me costó tanto entenderlo... 

25 de marzo de 2024

 Tienes la luna en la mirada
y tus ojos se me clavan en las comisuras,
como las espinas de las rosas blancas.

Tienes las estrellas en la espalda
y vuelo entre ellas,
oliendo el perfume que asciende por entre tus dedos.

Llevas a cuestas las sonrisas que dejas detrás de ti.
Esos cuellos que se tuercen a pasar,
que no notas porque miras tu reflejo en los escaparates de las calles estrechas
para no olvidar por dónde caminas.

Aquella noche era de día y las sombras te rozaban los talones,
permití que me pisara la incertidumbre y ahora no sé a qué hora te fuiste.
Pero recuerdo que me quedé esperándote con los planetas justo encima de mi coronilla.

Vaciaste mis alforjas llenas de tierra,
de arena del desierto.
Me descalzaste y te lo agradezco.

Volví al espacio una vez más,
sin recordar que hace años descendí hasta la tierra,
paseando por la mundanidad con las manos en alto.
Esperando que la bala impactase.

21 de enero de 2024