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18 de abril de 2024

No me encierres, mi amor, en tu acuario de cristal.

De ti me llevo que los ojos no mienten si se entornan.
Que mirar a un punto que está muy, muy lejos, te absorbe un poquito el alma
hasta no notarla en las venas.

Esperé lo imposible mientras me arrancaba,
centímetro a centímetro,
la piel que me recubre entera.
Y aun con la sangre brotando por mis esquinas seguía pidiéndote,
desde donde me hallaba,
que me ayudaras a parar.

A día de hoy, te veo buscando el lugar donde me encontraba,
pero es que yo volé hacia ese punto que tanto anhelaba,
el que tú temías que alcanzara.
Qué pena.
Qué rabia.

Esperé tanto, tanto...

Y supongo que aun con los ojos llenos de mi,
me fuiste enterrando a tu lado,
cubriéndome las manos de vacíos que,
a día de hoy,
me cuesta llenar.
Hay palabras que aun no puedo decir.
Hay movimientos que aun me duelen.

Ascendí y apuesto que piensas que caí.
Pero es que estoy tan arriba que te sorprendería.
Hay cosas que yo no dudo.
Pero me costó tanto entenderlo... 

25 de marzo de 2024

 Tienes la luna en la mirada
y tus ojos se me clavan en las comisuras,
como las espinas de las rosas blancas.

Tienes las estrellas en la espalda
y vuelo entre ellas,
oliendo el perfume que asciende por entre tus dedos.

Llevas a cuestas las sonrisas que dejas detrás de ti.
Esos cuellos que se tuercen a pasar,
que no notas porque miras tu reflejo en los escaparates de las calles estrechas
para no olvidar por dónde caminas.

Aquella noche era de día y las sombras te rozaban los talones,
permití que me pisara la incertidumbre y ahora no sé a qué hora te fuiste.
Pero recuerdo que me quedé esperándote con los planetas justo encima de mi coronilla.

Vaciaste mis alforjas llenas de tierra,
de arena del desierto.
Me descalzaste y te lo agradezco.

Volví al espacio una vez más,
sin recordar que hace años descendí hasta la tierra,
paseando por la mundanidad con las manos en alto.
Esperando que la bala impactase.

21 de enero de 2024

2 de enero de 2024

Ayer soñaba contigo y con una casa con terraza.
Había una mesita de madera con flores encima y los molinillos giraban con el viento.
El sol entraba por las ventanas y la brisa salada hacía brillar los cristales.
Era un refugio frente al mar,
caliente de vida y de café humeante.

Ayer soñaba que detrás había un bosque verde,
que el follaje se perdía a lo lejos y el cielo era azul sin nubes.
Se oían las cigarras, las palomas y las hojas al pisar.

Era tan simple ese pequeño espacio.
El hueco donde solo cabía desayunar,
el sofá pequeño pero justo del tamaño para los dos.
Olía a vela derritiéndose y a sopa en la cocina.

Todo lo cotidiano, lo normal, lo que ansío,
estaba en ese sueño.
Estabas tú, mirando a la playa desde mi lado,
¿y yo que más iba a querer?

20 de diciembre de 2023

 Dime que piensas en mi aun no viéndome.
Ayer descubrí que me duele un poquito tu ausencia.
Aun guardo en el corazón ese rinconcito que creaste,
está amueblado y las plantas crecen.
Me he encargado de quitarle el polvo y limpiarle las telarañas,
aguardo que vuelvas sintiendo que nunca te fuiste.

Por las noches duermo en él, te abrazo desde allí.
Le digo que Te quiero muy bajito a la almohada,
recordando que tu pelo, a veces, descansaba allí.

Dime que en tu cama sigo cabiendo,
que le dices Te quiero muy bajito a la almohada,
que abrazas el hueco donde descanso,
que ahora piensas en las despedidas,
que me echas de menos.

Supongo que es lo que nos queda,
aguardar el volver.
Sentir que nunca nos vamos.